Te miras mucho por fuera pero por dentro muy poco ¿verdad?
No sé muy bien lo que me pasaba, algo se había puesto entre mi mirada y la realidad. Como si de un velo negro se tratase, había perdido el color de todas las cosas. Vivía la vida por inercia;
Despiértate, saca al perro, cardio, quédate en pijama, porque ¿para que vas a vestirte?, haz dietas, ves a entrenar, sube algo a Instagram por si alguien te dice algo bonito, vuelve a casa, haz como que atiendes a tú familia, un rato de sofá cual zombie, el zombie pasa a la cama para ver una hora de tik tok, te duermes si es que lo consigues y vuelta a empezar.
Cuando digo por inercia, digo por inercia. Tal, que mi única motivación era que llegase un nuevo capitulo de la serie que esperaba, una nueva película de Marvel, o una nueva competición. Cualquier cosa que me distrajese de la realidad. Y como si fuese cualquier otro tipo de droga, tapas por un momento ese sentimiento de insatisfacción, encuentras placer momentáneo y tan rápido como viene, se va. Y vuelta al vacío.
No me faltaba nada, aparentemente todo estaba bien, pero nada estaba bien.
"Ya se me pasará", "será la primavera", "el cambio de hora", "Igual un viaje lo soluciona todo", "si tan solo tuviese un poco mas de dinero". Estas, entre otras muchas, eran frases que me decía como consuelo. Pero la rueda no frenaba y la oscuridad me cegaba más cada día.
Los paseos con mi perra ya se habían convertido en un infierno donde ella se contagiaba de mi ansiedad, y yo, pensando que el problema era suyo me enfadaba, la trataba con desprecio y al llegar a casa cerraba la puerta, me arrepentía y rompía a llorar. Mis hábitos eran cada vez peores y las muestras de afecto hacia mi entorno totalmente inexistentes, de hecho las que recibía las rechazaba.Yo solo ya no podía gestionarme.
Nunca he sido creyente de ir a terapia. Yo también decía eso de "No me hace falta, yo no estoy loco". Era mi último recurso, o me ayudaba alguien o no sabia como salir.
El 29 de Noviembre. Decidí ir a ver a una psicologa que ya había ayudado personas a mi entorno y me daba "cierta seguridad".
Llegue allí con la careta puesta, la sonrisa con la que vas por delante cuando quieres aparentar que nada esta mal. Sesión a sesión esa careta se iba deshaciendo, iba cada vez adentrándome mas en mi interior y despojándome de esa falsa seguridad que proyectaba. La superficialidad con la que afrontaba las conversaciones con ella se derrumbo en el momento que me dijo la frase que más resonaría en mi cabeza los meses posteriores, que a día de hoy sigue teniendo su eco y hace que se me salten las lágrimas cuando la traigo al presente.
Te miras mucho por fuera pero muy poquito por dentro ¿Verdad?
Quizá si todo estaba bien, pero nada estaba bien, había un elemento de la ecuación que no me había parado a observar...
Vivimos poniendo el foco en lo de fuera. Buscamos la felicidad y la realización personal en cosas externas. El dinero, los bienes materiales, el éxito, la popularidad, tener siempre la razón, encontrar la pareja perfecta o el físico que siempre has querido tener.
Si lo encontramos siempre queremos mas, porque al ser cosas impermanentes siguen siendo inestables. Si no lo tienes sufres porque no lo tienes y sí lo consigues sufres porque tienes miedo de perderlo. Por el contrario si no lo logramos, nos victimizamos y buscamos culpables externos, porque culpar a otro y victimizarse, no nos engañemos, nos quita de responsabilidad y nos da un placer momentáneo que es innegable.
Ponemos el foco fuera porque darle la vuelta, deslumbrarnos y vernos a nosotros mismos, nos caga de miedo.
Mirar hacia dentro conlleva adentrarte en lo más oscuro de ti mismo. Vislumbrar los motivos reales de tus decisiones, las heridas de las que huyes, tus actos movidos por el ego, tu dolor intenso. Empiezas a ver más allá de el personaje que te has creado, te adentras en lo mas profundo, y ahí, en el vacío, donde la ausencia de luz y de sonido convergen, se encuentra un niño sentado, acurrucado, muerto de frío, esperando que un adulto se responsabilice de él y le ayude a levantarse. Un adulto que él lleva buscando fuera todo el tiempo, pero que ahora es consciente de que nunca estuvo fuera.
Asusta. Cuando pones el foco sobre tu cabeza, cuando te empiezas a mirar por dentro, cuando pones consciencia sobre tus pensamientos, emociones y decisiones asusta. Descubrir aquello que has decidido no mirar durante tanto tiempo asusta. Asusta, porque nunca mas puedes buscar responsables fuera de ti y esto, en una sociedad de niños jugando a ser adultos no es agradable. Es como si te soltasen en el mundo de nuevo, tienes que aprender a jugar bajo otras reglas, cuestionándote los "porque" de las cosas. ¿Que quiero?, ¿Que me gusta?, ¿Quién soy?
Básicamente te has salido del Matrix, estas perdido, no tienes rumbo que seguir. O bueno sí; Lo bueno reconocer que estas perdido es que tienes la oportunidad de re encontrarte, a mi me gusta llamarlo renacer.
Solo has cambiado el foco. El mundo sigue igual, todo sigue su curso. Mismas relaciones, mismo trabajo, mismas situaciones, misma rutina... Todo parece ir tal cual lo dejaste.
"Nada ha cambiado, solo que yo he cambiado y ahora todo ha cambiado" Marcel Proust.
¿Te miras por dentro?